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Las Quitus

Un día, Macarena entendió que era una quitu. Lo de quiteña, le sacaba un poco de onda. Había algo en esa idea de ser quiteña que siempre iba a estar relacionada con ser blanca o al menos, con una medida de qué tan blanca debías ser para que pudieras ganarte ese apelativo. Por otro lado, ser una quitu, se sentía más como ser ella. Ella misma, sin necesidad de modificaciones inteligentes establecidas por una bloguera. Así fuera la Kiki, o cualquier otra. Macarena disfrutaba de caminar por la calle sintiendo que sus piernas, un par de agujas cortas de carne mestiza, y que terminaban en unos zapatos bajitos, casi sin suela. Se llevaba las miradas de algunos hombres, y también de algunas mujeres. A la gente en Quito le gustaba mirar de una manera invasiva. Dije Quito- se preguntaba- debería decir Quitu- continuó. Con ká? No, deje así, con cu. Los quitus, además, no se habían ido a ninguna parte. En uno de los capítulos más tristes de la conquista de la ciudad (que más que una conqui
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el tren en nueva york

mi abuela sonrío, esa es una de las trecientas cuarenta y cuatro sonrisas que aún me acuerdo de mi abuela. comparadas con las cinco de mi abuelito faustito. es momento en el que tras la puerta de su cuarto. todavía bebé yo (gateaba) miro arriba y me encuentro con un señor con un terno café. un señor exquisito. moreno medio calvito con el pelo todo cano. con una camisa beige medio sucia, osea sucio institucionalizado. percudida. abre el closet que crujía porque era de madera vieja. con ese olor carácterístico de un departamento en la avenida américa en el ochenta y tres (yo tenía casi dos años). saca de una cajita negra creo que era (en este punto mi memoria funciona como una película que escribí yo sobre el tiempo en el que recordé mi relación con una gitana que había prometido llevarme a la ciudad de la magia subiendo por un camino secreto, un sendero que se escondía en el sonido del carrizo y el galope. llegamos al tunel como un par de ratas envueltas en moho. hicimos el amor

problemas con la autobiografía de un contador

en su segunda novela pastaza escribiría el equivalente a una semblanza. un papelón de listas, enumeraciones, simples, de eventos surgidos en la vida de su personaje carlos cóndor. en su interés por retratar el futuro del ecuador, pastaza había escogido la primera década de los dosmiles como el escenario en el que su personaje principal, carlos, un muchacho de la clase media quiteña, entraba a la universidad para ganar algún tipo de premio en las artes, elemento que le servía como dato característico de la biografía a pastaza.  utilizaría este evento para depositar a carlos en una carrera contra el tiempo, en los estados unidos, por replicar ese pequeño éxito universitario. de la misma forma que carla badillo coronado, tras ganar el césar dávila andrade se había dedicado a recorrer los estados unidos en la búsqueda de sus grandes escritores, pastaza quería que carlos tuviera la oportunidad de centrarse en nueva york por un par de años, para que este joven escritor anarquista desar

cuatro corazones

es triste pensar como toda relación termina siendo un acomode- le decía martina a mi hermano josé luis, cuando juntos se vieron después tanto tiempo. a mi me traía sin preocupaciones que este par se estuvieran viendo. yo demostré durante años tener suficiente pellejo como para dormir sola, sola, sola, en mi cuarto de adolescente en la granda centeno, en la casa de mis padres. mi papá es abogado, mi mamá, ama de casa, yo soy gay, una mujer en sus cuarentas, que aspira a ser actriz y aspira coca, sola en mi cuarto de adolescente en la casa de mis padres. mi papá es abogado, mi mamá, ama de casa. es triste pensar como toda relación termina en polvo- le decía el papá de luisa a su madre, durante la cena, aquella noche en la que se enteraron que luisa había decidido abortar. eso pasó pocos días antes de que les contara que era gay y que la razón por la cual se divorciaba es porque estaba enamorada de martina, la ex novia de su hermano josé luis, con quien había tenido una relación a e

te detesto juan carlos espinosa

mario salió de su casa apresurado. había terminado de escribir un ensayo sobre la nueva película ecuatoriana, cuando me toque a mí (era por ahí del dos mil ocho) y buscaba quien le pudiera vender unos pasajes baratos a francia. mario gonzáles era un estudiante de posgrado en la andina. hizo la clásica maestría en estudios culturales y tenía un interés especial por el cine. nunca estudio cómo hacer películas pero admiraba el trabajo de luzuriaga y aspiraba a ser crítico de cine. por eso quería ir a francia. en la estación del trolebús de la marín, pensó en la churudita, su ex compañera de la licenciatura en la salesiana con la que estuvo en clases de salsa y con quien perdió la virginidad oral. la churudita vivía en toulouse desde hacía unos seis meses y estaba casada con un reportero que trabajaba para radio francia, un ecuatoriano que doblaba como bajista de una banda de cumbia peruana que hizo un par de giras exitosas por latinoamérica. la churudita le pedía que actualizara su cone

equilibrio

yo y ella estamos en mi cuarto slash oficina estamos discutiendo sobre como una pareja como nosotros es vista como una pareja por interés supuestamente yo quiero casarme con ella por la visa le he dicho en el camino a casa que esa suposición no solo es aquella de la gente que no me conoce es la suposición de gente que no conoce el sistema (no hay forma de que yo no tenga que regresar a ecuador por dos años siquiera) ella y yo conversamos en mi oficina slash cuarto yo estoy viendo por la ventana  hacia afuera la calle bed stuy en lunes es lindo y pierdo el equilibrio el primer momento que tenemos una conversación adulta me doy cuenta que el mantenerse erguido sobre un par de pies  es un trabajo complicado santiago soto 04/30/12

los hipsters y el porno

hipster: aniñado gringo de clase media (que automáticamente significa clase media alta si se le compara con cualquier clase media de gente no-blanca), cuyos padres le permiten vacilar cualquier centro urbano medio importante, adicto a la cultura popular y a las series televisión (aunque no lo acepte). para cuando kurt se decidió a tomar el control de la dirección de arte de su nuevo sencillo, sus compañeros de banda guardaron en secreto su recelo de que el utilizar flores plásticas en una portada, estaba muy fuera de la onda grungera.  para cuando ryan se decidió a tomar el control de su relación, pam le reveló que había estado acostándose con su ex de la preparatoria desde que se mudaron a harlem. para cuando el padre de ryan compró el overpriced vynil de heart shaped box de un punkero sesentero aburgusado, ryan ya le había contado que lo suyo con pam no iba para ningún lado. pam actuó como si no supiera nada, cuando la mamá de ryan le preguntó si es que realmente ha