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el tren en nueva york


mi abuela sonrío, esa es una de las trecientas cuarenta y cuatro sonrisas que aún me acuerdo de mi abuela. comparadas con las cinco de mi abuelito faustito. es momento en el que tras la puerta de su cuarto. todavía bebé yo (gateaba) miro arriba y me encuentro con un señor con un terno café. un señor exquisito. moreno medio calvito con el pelo todo cano. con una camisa beige medio sucia, osea sucio institucionalizado.
percudida. abre el closet que crujía porque era de madera vieja. con ese olor carácterístico de un departamento en la avenida américa en el ochenta y tres (yo tenía casi dos años). saca de una cajita negra creo que era (en este punto mi memoria funciona como una película

que escribí yo sobre el tiempo en el que recordé mi relación con una gitana que había prometido llevarme a la ciudad de la magia subiendo por un camino secreto, un sendero que se escondía en el sonido del carrizo y el galope. llegamos al tunel como un par de ratas envueltas en moho. hicimos el amor cinco veces. hacía que se la chupara, la chepa. maculino me decía esa mujer criatura. era una gitana podrida. una de las cinco hijas que el general tenía entre las muchachas del gueto.

lo que nunca supo manuel fue que en la novela que estaba leyendo, sobre las dos ciudades, el general responsable por la misión de encontrar un camino hacian la ciudad de la magia a través de la montaña mágica, era el mismo uno de los hijos de imago, el gueto en el que escondían a aquellos de la raza mágica, esos que tenían la voz un poquillo distinta por el efecto de su acento serrano.

mis primas forman parte de un momento especial en mi vida. sentí varios enamoramientos y considero a mis vecinas. la mire y la silvia. una especie de primas en si mismo. están los vecinos. la verónica. pero la que realmente siempre me gustó fue la que fue pelada del juan se creo pero que terminó quitándole la virginidad al brian. lo único que extraño de ser menor de edad era que te podías enamorar de niñas de catorce años.

esa era la edad que tenía la sofía cuando la conocí. nos besamos. y esto es algo que le cuento por primera vez al mundo. nos besamos por primera vez en el corredor del medio. el que estaba entre la secundaria y la primaria. a la salida. ella estaba sentada en una de las veredas altas. como canales que tenían esos edificios ahí.

yo me acabo de dar cuenta que la adolescencia fue muy distinta a mis veinte años. en los noventas éramos blancos, teníamos dinero, la misma sofía era una chica guapa y coquetábamos con el condado, o con los del condado, había dinero apareciendo por ahí. parecía miami or un tiempo. 

en ese tiempo sí, el cinemark, el blockbuster, el jardín, los multicines, el festín a la romana, el condado congreso, el macdonalds, los malls, mis papis, la reja, el hospital metropolitano.

este era un grupo de doctores, que pensaban que podían ser novelistas que se envidiaban. todos del hospital metropolitano. esta es una historia que tengo para una película. las historias de estos cuatro doctores que se creen escritores. claro ninguno escribe, pero vemos sus vidas. como si fueran sus historias. 

el uno es pediatra. la otra es sicóloga. hay el patólogo. el emergencista. el rotativo. la enfermera. el director, el conserje. la recepcionista, el laboratorista. el de los rayos equis.  el traumatólogo. la dermatóloga. el proctólogo. el urólogo (algunos de estos se aprenden solo en momentos más avanzados de la vida)

la gelatería italiana uno en la eloy alfaro.

mi tío corredor de motos

esos amores con las primas

la playa

castelnuovo

mi hermano antes del choque

mi hermano después del choque

eso que le marcó a él de una manera. eso que le hizo parecer que ya estaba creciendo. mi hermano, siempre apurado me contó la edad a la que perdió la virginidad y me asusté. aunque solo fuera cuatro años menos que la mía, pero cuando cuatro años es la diferencia entre la adolescencia y la infancia. ese momento. el middle school. los doce, los trece. en los que eres un pre púber.

que bestia ser pre puber es lo máximo. primeras erecciones. uf. los culitos de las compañeras. las faldas.
yo tengo que confesar que le iba a visitar a la vecina. todas las tardes de tres a nueve solo para verle con un espejito por debajo de la falda.

o cuando le metí un dedito a alguien que no debía.

a quien le escribí mil poemas que otra perdio.

al sexo idiota.

a las calles de quito

a volver

esa es la situación

con el trole

bus

came

en la

tola

la sofía, los prepúberes. la playa. la dome. el ananké. las tocadas. queen size. mi primo. tenaz el man. la
feria del libro el jorge. 

el tren

en nueva york




santiago soto
05/22/12

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