la capital se había llenado de extranjeros, de migrantes, de prostitutas, de desadaptados- decía max. a jerry le parecía que eran simplemente seres humanos, sencillos, como él, con sueños que alcanzaban en alcancías de chanchito. gente que solo quería encontrar algo que le divirtiera.
salió aquella noche arriesgando los tres centavos que le quedaban en la billetera. esperaba pescarse alguna mirada, algo que le dijera que tenía la oportunidad de volver como el divo de gimnasio que era. esperaba que algún voluntario se ofreciera a tocarle los músculos, si era mujer, le daba igual.
solo en la capital podía vivir el bajo mundo, la fascinación por el cuero hinchado de los músculos era su pasión discotequera y su amor propio era tan grande que no había dejado entrar a nadie en su corazón por años. era el momento de dejar entrar a alguien, aunque fuera un poquito, alguien que le quitara el hartazgo, alguien a quien destajarle el pescuezo y devorarle las tripas.
carlos cóndor
05/01/12
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